La maratón de Zaragoza sólo la había corrido una vez, fue en su primera edición hace 17 años. Tengo buenos recuerdos. Estuve con la familia y nos acompañaron Angelín y Paco Úbeda, de Villena. En aquel entonces la ciudad estaba patas arriba porque estaban construyendo las vías de tranvía, hoy ya sin obras y más consolidada, está preciosa. Pasear por sus calles da mucho gusto, llenas de gente a rebosar, gracias al buen tiempo que hemos tenido. Ni gota de Cierzo, lo que es de agradecer, pues la otra vez sopló. La plaza del Pilar impresionante y la Basílica no digamos. Muchos rincones que descubrir. Encontramos un restaurante de carta corta pero con unos platos deliciosos y un trato exquisito, tanto que repetimos después de la maratón: La flor de Lis, muy recomendable.
Me inscribí el último día, al igual que pagué los billetes de tren del AVE, que te plantan en Zaragoza en hora y cuarto. He pasado una mala racha, tanto a nivel físico como anímico que no me han dejado entrenar bien, tuve que parar de correr dos tandas de 10 días. En esos momentos la cabeza no carbura, te vuelves oscuro y tienes pensamientos de tener que dejar de correr, la tristeza te invade y es una espiral sin fin. Pero comencé a salir, ayudado por la familia y amigos y me fui poco a poco encontrando mejor, hasta el punto de que me planteé volver a correr una maratón. Creí en algún momento que la 161 iba a ser la última, me consolaba que, al menos, fue en Sevilla. Fue una buena decisión el volver a correr la maratón, aunque no las tenía todas conmigo, pero no hay nada como disfrutar sufriendo una maratón para sanar las heridas del cuerpo y el alma.
La maratón está muy bien organizada, a un precio razonable de 68 euros en el tramo más caro. La feria está en el recinto de la Expo, en el Palacio de Exposiciones, un edificio muy singular a orillas del majestuoso Ebro. Te dan una bolsa y una camiseta, sin colas. La salida y la meta están en la Plaza del Pilar, lo que es un lujazo. Ahí reside el único pero, que la salida era demasiado estrecha. Yo la pondría en la calle Echegaray, como el diez mil, avenida muy amplia, y la meta donde está. Buenos avituallamientos con «botellas» de agua y voluntarios muy amables. En meta todo fenomenal.
Como no lo tenía nada claro salí tranquilo, después me fui animando al ver que no había problemas ni dolores, con muchos km alrededor de 5:35. Hacía calor, pero eso es lo que menos me importaba. A partir de la media empecé a sufrir el cansancio pero me mantuve bien. Iba siempre por delante del globo de 4 horas (no me gusta ir en el grupo, me siento constreñido, prefiero mi libertad). Tuve un momento de bajón en las únicas cuestas un poco fuertes del 32 subiendo hacia el Parque de Labordeta y el canal, al volver era todo cuesta abajo y eso me ayudo mucho en el final. Me alcanzó el globo de las 4 horas en el km 41 y me puse a su zaga, sólo iban en el grupo los dos globeros, cuando antes eran al menos 50. Ya veía que bajaba de 4 lo que me daba una satisfacción tremenda. Entré con una sonrisa radiante, feliz de haber terminado mi maratón número 162, a la que pongo una nota de 9.
Javi Sanz: Coleccionista de maratones 